Helen Keller fue una figura extraordinaria cuya vida se convirtió en un testimonio inspirador de perseverancia, superación y dedicación. A los 19 meses de edad, Helen contrajo una enfermedad que los médicos identificaron como «fiebre cerebral aguda», pero que hoy se cree que fue escarlatina o meningitis, lo que resultó en la pérdida total de su visión y audición.

A pesar de este desafío abrumador, los padres de Helen, estaban decididos a brindarle a su hija la mejor educación posible. Contrataron una joven maestra ciega y sorda, para ser la instructora de Helen. Anne, a pesar de su propia discapacidad, logró establecer un vínculo con Helen mediante un método táctil para deletrear palabras en la palma de la mano. Este método, conocido como el «alfabeto manual», se convirtió en la herramienta clave para la comunicación entre Helen y el resto del mundo; Helen se convirtió en una estudiante excepcional. En 1900, ingresó en la Radcliffe College, una institución educativa afiliada a la Universidad de Harvard, convirtiéndose en la primera persona sorda y ciega en obtener una licenciatura en artes.

A lo largo de su vida, Helen Keller no solo se destacó por sus logros académicos, sino también por su activismo social. Fue una defensora apasionada de los derechos de las personas con discapacidades, así como de cuestiones como los derechos de las mujeres y la igualdad racial. Participó activamente en campañas a favor del sufragio femenino y los derechos civiles.